15.10.09

Del dicho al hecho...

Una vez me "contaron" una historia "para niños" donde un oso polar vivía muy feliz en un gigantesco castillo de hielo rodeado de toda su familia. Era un sitio bastante acogedor, los rayos del sol hacían más llevadero el invierno dentro de aquella vivienda que el animal atrevía a llamarlo "hogar".

De pronto, una tormenta muy fuerte cayó en la región donde el oso vivía y le hizo sentir un terrible frío, ése que te hace chocar los dientes hasta llegar al nervio... Fue tan punzante el cierzo que el oso fue despertado del sueño invernal que lo mantenía tibio en su fría cueva. Estaba soñando. No existía el castillo, ni los rayos del sol y mucho menos familia. Se sintió tan deprimido que prefirió entregarse nuevamente a las alucinaciones que le provocaba el sueño. Por que a veces es mejor, para una persona cuya realidad es desgraciada, que viva una mentira feliz. Y ésta, es la moraleja de la historia.

Así que ahora, finalmente, entiendo por qué es mejor que te digan que te quieren aunque ya no sientan las ganas de demostrártelo.

Todo es más bonito, placentero y sedante si se mira con los ojos de "soy feliz", porque al fin y al cabo, es mejor que no serlo.