28.6.10

yo, en un lugar bien pirata...

Como generalmente ocurre, a esta entrada le daré otro título, no sé por qué no lo puse en primer lugar arriba, es decir, en el cuadro de texto que está específicamente para darle título específico a esta entrada específica. Quizás me gusta divagar y ya...

Bueno, es que debo admitir que el título no estaba tan chido... Duh... A continuación presento la cosa que voy a escribir:



Particularidades que me ocurren en el gremio magisterial.

Hace unos días estuve yendo a tomar cursos sobre la Reforma Educativa (ya saben, está bien de moda lo de las competencias) así que estar encerrada por más de 8 horas con un grupo de docentes, obviamente trae consecuencias extravagantes, como las que enumeraré a continuación:

. La otra vez se me salió decirle a un compañero: "eres un hereje de la educación!" Claro que aún no conozco los beneficios de bajar la voz en un lugar semi callado... Todos guardaron silencio un momento, unos segundos después ocultaron una risa. Cuando salimos a receso, me pregunta un profesor en tono curioso y burlón: "¿a quién le dijo hereje de la educación y por qué?" Le expliqué las circunstancias del comentario y cuando pensé que me iba a dar un sermón sobre las virtudes de la discreción, agrega: "Así les voy a decir a algunos de mis compañeros de ahora en adelante."

. Es tierno ser la mona más morra del salón, o más bien de la zona, porque todos los maestros y maestras te tratan con cierto cariño y se sorprenden cuando externas una idea posmoderna de la educación. Además se refieren a ti como "niña", "la bebé" o simplemente "mija", aunque sin connotación vulgar y cachonda.

. La otra vez una maestra preguntó por mi copete. Me dijo: "Maestra... le puedo hacer una pregunta?" y yo: "claro..." Me mira fijamente la frente y me cuestiona: "¿usted misma se cortó el copete?" y yo: "así es, risas ¿se nota?" y me responde: "sí, sobre todo desde lejos". Y ya, se puso a cotorrearme en buen plan... Espero...

. Bien dicen que los que son parecidos se atraen por su vibra o algo así. Durante el curso había que elegir entre cuatro mesas. Yo me senté en una por no elegir la otra, así que cierto grupito también se fue a mi lugar. Todos ellos resultaron ser una bola de geeks, adoradores de los gadgets y la tecnología... Durante los cursos nos pusimos a compartir y a convivir con toda clase de gadgets y software, incluyendo juegos para hacer más llevaderas las casi doce horas diarias que debíamos estar estudiando... Horror total... Lo de las horas... Y también lo de los geeks y los gadgets... Quizás mis lectores pierdan todo respeto por mí... Tal vez no debería sacar el cobre de lo ñoña que puedo llegar a ser... Bueno bueno, pero ñoña pisteadora, ¡cómo no!

. Se nota lo buenos amigos en que se pueden convertir y a la vez, lo cabrones que pueden llegar a ser en el magisterio, sobre todo cuando tus colegas de curso detestan a tu compañero de trabajo tanto como tú, y se empeñan en ponerle apodos bien cotorros. "Que elena, que el chapulín, que la basurita..." Y conste que yo no empecé... Si bien no he aprendido a bajar la voz, aún reconozco la virtud de quedarse callado... Y sonreír de cierta manera condescendiente...

. Ni el inspector ni los compañeros ni los "jefes" te regañan cuando llegas tarde, o cuando te quedas dormida a mitad de una conferencia, porque estas chava y se te hace fácil. Y al contrario, les entona tu cinismo porque quizás les recuerda a esa parte valemadre, pero chida, que siempre quisieron conservar.


En fin, sólo quisiera agregar que el magisterio es un ente bastante pirata. La neta yo digo que hay que saber manejarse con cuidado y llevársela respetuosamente con todos... Aunque a veces lamento mi manera de ser, porque siento que algunas de mis actitudes me han evitado la oportunidad de ajustarme al cien por ciento... Pero a la vez no me arrepiento... Está chido... Y es que simplemente no puedo dejar de ser yo...

23.6.10

Los libros de la buena memoria.

De un tiempo para acá me gusta escribir con puntos. Usando puntos sobremanera. Putos puntos putos. Dicen que la vida se mide no por las respiraciones que llevas a cabo. Se mide por los momentos que te dejan sin respiración. Los puntos son pausas, respiraciones interrumpidas, situaciones breves e intensas que cortan la vida pero la hacen más digna de ser vivida. Ni siquiera el punto final representa el fin pues siempre habrá algo qué escribir.

¿Alguna vez te había dicho que me gusta la buena memoria?

Me deleita recordar. Recordar, volver a vivir. Vivir esas situaciones que me dejan sin respiración, durante un instante morir. Morir para volver a vivir. Prefiero no descansar si el descanso lo encuentro en las palabras de madrugada que no hacen más que relatar una historia que ya he vivido antes, un lugar visitado muchas veces en mi memoria... Pero yo no tengo memoria. Por eso me he conseguido una de papel, de celular, de USB, de computadora. Porque soy tan decadente como la sociedad misma. Tan deprimente como la enajenación de un anciano. A veces no puedo recordar y me tengo que convertir en un organizador de hemeroteca.

Pero todo esto venía a que me gusta la buena memoria. Envidio esa particularidad de tu persona porque te hace ser como un dios. Quiero ser dios.

No quiero dormir. Y aunque corro el riesgo de perder por completo mi archivo de vivencias (porque ya saben, el cerebro organiza la información durante el sueño) prefiero seguirme deleitando con las historias de los libros de la buena memoria. Y cerrar los ojos al pedir un deseo. punto.

16.6.10

busy

Cuando conduces por la misma hora a través de los mismos lugares durante casi todos los días, la vida se vuelve un constante deja vú recurrente que no cae más que en lo mismo y lo mismo y lo mismo y lo mismo y lo mismo... y lo mismo.

La rutina me deprime.

La rutina me hace sentir no-dueña de mi existencia.

Tengo ganas de faltar un día al trabajo sin avisar. De llegar tarde y cruda sin que me lo reprochen. De salir al patio con los niños y mojarnos a cubetazos para soportar el calor, luego entrar a contar historias sobre hormigas y encargarles de tarea que hagan pasteles de lodo, abracen una chivita y miren las estrellas antes de dormir.

Tengo ganas de rapar la mitad de mi cabeza y ser estrella de una película Clase B. De andar en calzones bajo la lluvia y correr por la calle abrazando árboles. De hacer justicia por mi propia mano, armada de un bat que luego usaría para ganar un partido de béisbol al que nadie asista.

Tengo ganas de besar hasta llegar a la carne, de quedarme sin aliento, de dormir desnuda sobre el pasto mientras el sol muerde mi ombligo. De lamerme el codo, de chuparme los dedos de los pies, de practicar una autofelación y echarme una marometa.

Tengo ganas de comer un flan, de cantar una canción gritando, de abrazar un perro, de leer un cuento que me haga llorar, de oler una rosa y de morder una hoja de naranjo. De una cerveza con clamato acompañada de chamorros y papas del Moctezuma.



No sé por qué... También tengo ganas de ser el único peligro para mi existencia.


9.6.10

Del amor y los aires acondicionados...

Esta tarde platicaba con un amigo sobre una situación que me ha sacado mucho de pedo... Machín... Le planteé la siguiente situación hipotética:

Imagina que una morra te pidió de favor que fueras al rancho donde ella trabaja a arreglarle el aire acondicionado porque los niños se quejan mucho del calor... Entonces te tienes que levantar muy temprano, a las siete de la mañana pasa por ti. Arreglas el aire pero no acabas ese día porque fue un chingo de jale, y nada más tienes que ponerle el excélsior. Quedas en ir al día siguiente pero cuando la morra pasa por ti, tu mamá le dice: "se quedó dormido". Y así fue... Se te pasó la hora programada.

¿Tú qué harías? ¿Lanzarte al rancho o llamarle y pedirle disculpas para quedar de ir al día siguiente?

Me respondió que cualquiera dudaría entre ir al rancho o llamar, aunque la solución más factible sería la llamada.

Luego yo le planteé más problemas:
El rancho donde está la morra queda a una hora de distancia por carretera, terracería hardcore, sólo has ido dos veces y apenas sí recuerdas el camino, no tienes dinero para mucha gasolina en la semana, y no puedes llamarle a la chava porque está tan lejos que se pierde la señal del celular... Y no tienes troca, sino un carro... pongamos de ejemplo que un Platina. ¿Lo meterías a la terracería?

Esto ya le dio todavía más que pensar, pero la respuesta es sencilla... Lo mejor sería marcar de inmediato y al ver perdida la señal, volverse a dormir y esperar hasta que la recupere... Apelar a la disculpa, solucionar las cosas y esperar que no se moleste demasiado la mujer... Pero nel, la morra ya lleva todo el día enojada, no contestará el celular y aplicará la ley del hielo durante todo el día. Yo lo haría.

Tal vez la mayoría de los baris no se preocuparían en lanzarse de inmediato, tal vez la mayoría de las morras no comprenderían y elegirían estar enfadadas. Pero existe una cierta probabilidad de que todo cambie, de que alguno de los dos elija no el camino fácil, porque lo pelada sería no ir... Sino el del esfuerzo, el que requiere un sacrificio, y fue lo que me llevó a preguntar: ¿qué motivaría a un sujeto a lanzarse de inmediato, sin pensarlo, a cumplir con lo pactado?

El amor.

¿Qué es eso del amor? ¿Una fuerza, una obsesión? ¿La voz de la razón o la sinrazón? ¿Las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia y los delirios de Meme? ¿Será acaso lo que llevó a Poe a escribir sobre Anabel Lee, y a Borges sobre el Aleph? ¿Compartir un sueño de nieve como lo dice cierta leyenda de volcanes?

Esa cosa extraña fue lo que desató el apasionado encuentro de Helena y Paris que luego provocó guerra de Troya, el suicidio de Romeo y Julieta, el descenso de Dante al infierno para llegar hasta Beatriz, la última tentación de Cristo, la construcción del Taj Mahal, la traición de Cleopatra, el viaje de Odiseo por 20 años, las herejías de Salomón en la Biblia, a Drácula a vender su alma por Elizabeth... Está bien pirata ese sentimiento, es una elevación del alma, un viaje en el tiempo, una mirada de sol, un salto en paracaídas, nadar de noche en el mar, la comodidad de la desnudez, mirar las estrellas en el desierto, un trip de carretera, un recuerdo de morfina, el abrazo de un perro...

Para mí es todo eso... Eso, y que en lugar de llamarme, vayan a buscarme hasta el rancho sólo para ponerle excélsior al aire acondicionado...

En estos momentos me doy cuenta que no sirvo para poeta, que tal vez debo esforzarme más, porque toda palabra se queda corta para describir lo que siento. Toda.