10.2.08

Verónica

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Miguel dice que pienso mucho... Pero no lo veo como algo malo, al contrario, permite que mi mente siempre esté maquinando y así...

Sin embargo, también soy una persona que vive de recuerdos, ya sean tristes o felices y dicen que el pasado se debe quedar ahí, en el pasado. Olvidarlo. Enterrarlo. Pero no, el pasado es parte de mi vida y de alguna manera forma lo que soy.


La otra vez, maquinando recuerdos mientras estaba ebria, rumbo a las tortas del Cubano, me puse a remover el polvo de mi mente y a indagar en esos datos del archivo muerto de mi memoria, cuando me topé con un nombre que desencadenó toda una historia.




Verónica.




Conocí a Verónica en el primer año de secundaria. Era una chica alta, delgada, de cabello muy ondulado, negro, tez blanca, dientes y ojos grandes, labios carnosos, manos afiladas. No era bonita, pero me atrevo a decir que algún día hubiera podido llegar a convertirse en una muchacha muy guapa. Eso si no se hubiera muerto.

De eso me enteré hace unos años, mientras estaba en bachilleres. Me topé a otro camarada de la secundaria, nos saludamos con gusto y me dijo de manera precipitada: "¿Te acuerdas de Verónica? La que era tu amiga en la secundaria. Falleció hace dos meses. Le dio un derrame cerebral".


"Ay, me lo hubieras dicho con más tacto goey" le dije "... Pero sí, creo que sí estaba enferma. Jamás le creí".


Entonces, platicando con Miguel, le dije algunas cosas que se me vinieron a la mente y que me hicieron recordarla con tristeza.

Siempre me contaba historias que involucraban muchachos guapos. Me decía que jugaba a la semana inglesa con ellos además de otros juegos inocentes de coqueteo, como los que hacíamos en secundaria, esos que no pasaban de un beso de piquito en los labios.

En la secundaria lo que estaba de moda era pinteársela, y aquellas veces que salíamos temprano, lo genial era irse al centro a comer un raspado y jugar a las maquinitas de la Libertad. Ella me acompañó una sola vez, pues siempre tuvo miedo de su mamá.

"Yo sé que ella es capaz de hablar todos los días a la escuela para ver si salí temprano... Mejor ya me voy a la casa." Decía.

Su familia era muy rara. A veces me llamaba por teléfono y me contaba algunas cosas que le pasaban. Yo no sabía si creerle...

"Fíjate que hace un tiempo, cuando mi mamá no estaba casada, solía hacer fiestas en la casa. Una noche un amigo de ella intentó entrar a mi cuarto, estaba borracho. A mí me dio mucho miedo y no pude dormir en toda la noche... Ya me tengo que ir! Ya llegó mi abuela."

Era muy extraño la manera como la sobreprotegían. No la dejaban hablar por teléfono ni hablar con muchachos, cuando charlábamos por el fono siempre hablaba en voz muy bajita o me decía: "márcame, pero no podemos durar más de quince minutos hablando." A pesar de que siempre la tenían vigilada, yo no sentía que les importara realmente. Ella era hija de un señor con el que nunca estuvo casada su mamá.


Yo la recuerdo como una muchacha triste.


Un compañero de la secundaria me dijo: "se me hacía muy melancólica. Los profes la regañaban porque no llevaba jales. No me imagino qué pensaba o qué sentía, pero sí, me acuerdo de ella. Verónica Sosa."

Voyager de Daft Punk

4 comentarios:

Unknown dijo...

Wow.
Qué historia!

cHopan dijo...

como dicen por hay recordar es volver a vivir...
me doy cuenta que la mayoria del tiempo vivo de los recuerdos.. es malo.. q el presente se esta yendo al pasado ahora sin ningun recuerdo bonito.. pero pss que se le hace..
y sii date vueltas mas seguido por los blgoss jaja msn msn... es chopan {arroba} gmail {punto} com
saludos

la_mirada dijo...

tsss!!! pss como que no fueron recuerdos tan buenos.

Pollini dijo...

pos no =(
ni pedo...
pobre Verónica