29.9.07


Me gusta la luna de octubre

28.9.07

waargh!

Sí... Waargh... Como mi mounstrilio...

Y digo Waargh para no decir #$%&@ porque hay algo que me molesta realmente... Bueno, no algo, sino ALGUIEN... A ese ALGUIEN le omitiré el sexo y el nombre, así que sólo le llamaremos ALGUIEN...

Total, empezaré con algo que, aunque parezca irónico (y hasta me muerda la lengua), me molesta, casi al extremo de odiar... Y eso son las personas que tienen demasiado para decir... Y no en el sentido de que sean muy expresivas y que redacten blogs y escriban libros, etc., sino que lo hagan sin poner el menor cuidado en lo que hablan...

Tal es el caso de ALGUIEN, que me molesta y me fastidia tanto, al extremo de que le dedicaré todo un post...

Total, ALGUIEN se caracteriza porque siempre está hablando y hablando y hablando y llamando la atención y todo el mundo se lo aplaude...

Yo por lo menos se lo toleré un tiempo porque es de esas personas que no puedes rechazar sin sentir lástima. Es decir, cuando te cae mal, te sientes culpable porque te cae mal y por pensar tantas waargh! hacia ALGUIEN.

La otra vez estábamos tomando clase en el laboratorio de cómputo cuando ALGUIEN preguntó: "quién es pollito sin cola?" un amigo le respondió: ah, es Brenda.

Así quedó...

Al día siguiente, mientras en un grupito de amigos hablaban acerca de los correos electrónicos, nuevamente ALGUIEN con un vozarrón que l@ caracteriza pregunta: "OIGAAN! quién es pollito sin cola?" Haciéndose como que no sabía. Todas las chicas y chicos le respondieron que era yo y acá, ALGUIEN haciéndose interesante (como siempre) se reía del apodo y chalalá... Me molestó su actitud, así que volteé y le dije:

yo: ALGUIEN, ya sabías ni te hagas, la otra vez en el laboratorio de cómputo escuché cuando le preguntaste a nuestro compañero.
alguien: ahh, pues no me acordaba.

Así quedó...

En otra ocasión me encontraba yo platicando con una amiga de la licenciatura, cuando se acerca a nosotras y ya, nos cobra los 4 pesos que le debíamos desde hacía un mes, luego nos comienza a sacar plática acerca del trabajo que nos toca realizar en equipo, luego le dije:

yo: Bueno... Mmm... -pensando en la organización- Me parece que yo y... América hacemos lo de la Teogonía, y tú y Chuy hacen lo de las Metamorfosis, va?
alguien: Tú y yo -respondió corrigiéndome, porque dicen que el burro por delante... -
yo: Mmm... No, yo y América -aún sin comprender la corrección, dándole a entender que haría el trabajo con América y no con ALGUIEN
alguien: Tú y yo -nuevamente...-
yo: Nooo! Yo y América!
América: goey, te están corrigiendo
yo: ah... bueno, como decía...

jaja, fue muy gracioso en ese momento, sobre todo cuando ALGUIEN puso una cara sorprendida cuando le dije: NOOO!! YO Y AMÉRICA!

jajaja... pobre...


Y ya para finalizar, la parte más más más graciosa de todo el relato...

En una clase un profesor preguntó:

Bueno, y ¿qué es para ustedes la palabra conocimiento?

ALGUIEN, como SIEMPRE tiene ALGO para DECIR, alzó la mano y mostrando sus conocimientos respondió:

"bueno, pues en un sentido etimológico, podríamos decir que conocimiento viene de cono y cimiento, o sea, cimiento es algo así como una base muy fuerte... blablabla"

En eso, soltamos la carcajada...

Y lo más gracioso fue que lo dijo con tanta seguridad! tsss... se mamó, en serio

Luego ALGUIEN se sintió muy apenado y yo sentí tristeza por haberme burlado de su persona.



Bueno ya, no es que me patee el hígado, sólo me fastidia a veces... Y sí, sólo quería llegar a un punto:

YA ME VOY A PISTEAR!!

saludos

23.9.07

10 cosas de mí

Pos acá para seguirle la corriente a Juancho pondré diez datos sobre mí... Que tal vez no sabían...

este... no sé, en realidad tengo muchas cosas, pero bueno, pondré las que recuerde.


  1. No me gusta ver televisión, sólo aguanto ver los simpsons durante media hora pues mi vicio más fuerte es el Internet... De hecho, las películas, jamás termino de verlas completas, así que veo el principio y luego el final o hago que mi mamá me cuente cómo terminan. Una de las pocas que he visto completas ha sido la de "Lo que el viento se llevó". Irónicamente dura casi 4 horas, si no es que más.
  2. Me gusta mucho rascarme, es por eso que adoro los piquetes de los mosquitos.
  3. Cuando estaba en secundaria solía escuchar death metal y usar el cabello corto así como de hombre, me lo peinaba de picos y me robaba cosas de las tiendas. Me creía muy mala. Hasta una vez me detuvieron los policías, cuando tenía 16 años. No diré por qué.
  4. Cuando estaba en quinto de primaria me estrellé contra un árbol jugando a los encantados y me quebré la nariz. A los 15 años me hicieron una operación estética, justo el día de mi cumple.
  5. No me gusta el chocolate.
  6. Aunque mi personalidad me lleve a sonreír siempre y todo eso, me inclino por las cosas tristes como canciones deprimentes, desamor, películas y cuentos con finales devastadores. Aún no sé por qué. Además siempre me empeño en caerle mal a la mayoría de las personas, ser sarcástica y molestarlas. No puedo evitarlo.
  7. Hay una persona en la que pienso todos los días porque hace mucho tiempo me hizo daño. En realidad ya no me importa, pero se volvió costumbre tenerla en mi mente.
  8. Lo más que he durado en una relación ha sido 10 meses. Cabe mencionar que no fue seria realmente.
  9. Jamás termino lo que empiezo. Siempre me propongo algo importante y lo dejo sin terminar.
  10. Me gusta mirar las estrellas y buscar constelaciones. Como la de Jimmy el Vaquero.

22.9.07

El cartero

El cartero

Nunca antes me había sentido así. Sin motivo alguno lloraba todas las tardes junto a la ventana. Cierto día alguien que pasaba por ahí me preguntó:
-¡Oye! ¿Por qué lloras?

Me asusté y miré a la persona al otro lado de mi ventana. Era el cartero. Lo supe porque cuando observé más detenidamente, llevaba hasta la gorra de SEPOMEX. Cosa extraña, no llevaba motocicleta sino que parecía andar a pie.
-Lloro por que me siento triste. – Respondí sarcásticamente - ¿Por qué otra razón?

Platicamos un momento en la ventana. Jamás intentó cambiarme el ánimo ni hablar de cómo me sentía. Fue una charla normal, ésta se volvió tan amena que incluso pregunté cuándo volvería a pasar por aquí. Dijo que cada lunes y cada jueves.

A la misma hora, los lunes y los jueves, esperaba a que pasara mi amigo el cartero. Me daba consejos de algunas cosas que me ocurrían, le hablaba de todo aquello que me molestaba o que me gustaba. Nos convertimos en buenos amigos.

Comencé a sentirme mejor con esa nueva amistad, pues tenía alguien en quien confiar plenamente. Sin embargo, era un gran secreto, pues como siempre han dicho, no es bueno hablar con extraños. A pesar de ello el cartero no era tan extraño y jamás había sentido alguna actitud morbosa o molesta de su parte. O quizás nunca lo había pensado, hasta cierta noche que hablaba por teléfono con una compañera del salón.

-Te contaré un secreto – le dije en voz baja para que no escucharan mis padres-. Hay un señor que pasa algunas tardes por mi casa, es cartero, y nos hemos hecho buenos amigos.

Perdió el habla unos instantes.
-¿Pero qué te pasa? – Preguntó sorprendida – Eso es peligroso. ¿Sabes cuántas mujeres han asesinado en los últimos días? No deberías tener tanta confianza en las personas.

A raíz de ese comentario comencé a reflexionar algunas cosas de nuestra relación amistosa. No fue sino hasta cuando él me dio un abrazo que yo sentí desconfianza. Es decir, ¿qué hacía un señor de treinta y tantos años abrazando a una muchacha como yo? El mundo es tan peligroso en estos días. No existiría la verdadera amistad entre un adulto y una muchacha. ¡Imposible!

Decidí terminar nuestra amistad, no lo tomó molesto, más bien un poco triste. No me importó, además ya no lo necesitaba. Yo era lo suficientemente madura como para depender del apoyo de otras personas.

Pasó el tiempo, ocurrieron muchas cosas que cambiaron el rumbo de mi vida. Si antes me sentía fuerte hoy me sentía débil. Fallecieron algunas personas importantes, dejé de interesarme en los demás, en mi familia, en los llamados amigos. Sólo existíamos yo y la computadora, mi mundo alterno. Fue entonces que comencé a sentir necesidad de esas pláticas con el cartero. Siempre me daba muchas explicaciones sobre algunas actitudes y acontecimientos que yo no podía percibir. Me hacía reflexionar y ver la vida desde otro punto. Según decía, la felicidad no está en hacer cosas grandes y diferentes todos los días. Puede estar en la lluvia, las hojas con olor a naranja de un árbol, las flores en la primavera, la risa de un niño, los animales.

Todo ese palabrerío no tenía sentido sin el cartero.

Lo esperé un jueves, nunca se presentó. Había otro hombre que entregaba cartas pero lo hacía los martes, miércoles y viernes. Intenté preguntar por mi amigo y fue entonces cuando me di cuenta de que jamás había sabido su nombre.

Por azares del destino me lo encontré en una colonia vecina, como siempre, andaba a pie. Lo saludé desde lejos y él se mostró tan feliz como yo. Se tomó un tiempo en su trabajo y le hablé de todas aquellas cosas que habían pasado, lo mucho que había cambiado y también lo mucho que había necesitado de su consejo.

Lo invité a mi casa. Le mostré mi habitación, las mascotas, mis libros y algunas fotografías de la familia y amigos de quienes tantas veces le hablé.

Nos encontrábamos en la sala tomando una rica limonada y platicando, cuando se me ocurrió preguntar:
-Cartero, y al final de cuentas ¿cómo te llamas?

Rió tímidamente. Tras una breve pausa exclamó.
-¡Tanto tiempo y jamás me habías preguntado! Bueno, ¿cómo crees que me llamo?
-No sé… ¿Germán?

Su semblante se puso serio y respondió:
-Así es… ¿Cómo hiciste para adivinarlo?
-¡Ay sí! –Exclamé sorprendida- ¡No puede ser cierto!
-Pues sí. Ése es mi nombre.
-Cartero, es decir, Germán, tengo tantas cosas qué saber de ti, ¿eres casado? Por algunas de las pláticas que tuvimos sé que tienes al menos un hijo. Pero… ¿Tienes mascotas? ¿Por qué siempre andas a pie? No puedo creer que haya sido tan egoísta.
-No, jamás lo fuiste. Al contrario, me gusta escuchar y ayudar. Pero ahora yo sé que te has formado un carácter diferente. Creo que no necesitas más de mi consejo. Además yo soy un adulto y tú una jovencita. Somos de dos mundos completamente diferentes.

Le sonreí y lo abracé como despedida. Fue un abrazo sincero, como el que se dan los amigos, y el cartero era mi amigo. Sin embargo, en ese mismo instante la puerta de la entrada de mi casa se abrió. Eran mis padres. ¿Qué pensarían dos adultos al ver a su hija abrazando a un señor desconocido? Lo solté inmediatamente. Mi cara se tornó asustada. Mi madre con la mirada seria me preguntó:
-¿Con quién hablas?

Miré a mi alrededor. Me tranquilicé. Al fin y al cabo no había nada que temer.
-No, estaba hablando conmigo misma… Pero en voz alta.
-Estás loca – exclamó mi madre entre risas.

15.9.07

un cuento más o menos decente

Para variar

A veces nuestras vidas suelen ser tan rutinarias que cada día parece sólo una pequeña variación del anterior. Así, día tras día, transcurre sin alteraciones la vida. Para variar decidí llamar a un amigo que de pronto dejó de serlo.

Los motivos que nos obligaron a distanciarnos fueron demasiados, muy complejos y ciertamente tristes, sin embargo ocurrieron hace tanto tiempo que actualmente resultan confusos. Siempre que deseo hacer el intento por revivir la relación entre viejas amistades, me dirijo a un diario para recordar el por qué dejamos de hablar. Tuve la tentación de acudir al registro esta vez, pero decidí evitarlo y olvidar los rencores. Sólo para variar.

Vacilé durante media hora antes de marcar su número. Pensé que lo había borrado pues durante más de tres años estorbaba en mi celular. Tomé un cuaderno para anotar lo que le diría, había pasado mucho tiempo... De acuerdo, no ha pasado tanto, en realidad lo veo todos los días, nuestras miradas se cruzan pero jamás nuestras palabras, ni siquiera por cortesía.

En cierta ocasión durante una fiesta él hizo el intento de hablar conmigo. No era el mejor momento. Me preguntó por qué había dejado de hablarle, sólo respondí: “porque sí”. Jamás volvimos a cruzar palabra.

Así que justamente hoy, aunque se escuche un poco cruel, he decidido hablarle para completar una tarea que implica salir de la rutina, o eso es lo que quisiera creer. A veces necesitamos pretextos para este tipo de situaciones que involucran al orgullo, para no sentirnos tan vulnerables.

Todo esto pensaba mientras veía su número reflejado en la pantalla del celular. Respiré profundo, puse música y me relajé. Me preparé para preguntar por él en caso de que contestara la hermana, la mamá, él o incluso el buzón de voz.

“¿Qué pasa si no está?”, me pregunté “Ni modo… ¿Y qué pasa si está? Le digo: hola, soy B… ¿sí sabes cuál? Sólo llamaba para decir hola y platicar… Sí, así, hablaremos de aquí a las 9:30 y le contaré algunas cosas nuevas que he hecho, hablaremos un poco de cómo está, la escuela y temas generales, luego le propondré hablar en persona. ¡Sí!, ya todo está bien.

Marqué a su casa y contestó su mamá, tan amable como siempre.
-¿Bueno?
-Buenas noches –le dije- ¿se encuentra A…?
-No, no se encuentra, sabes que se acaba de ir a ensayar y ya regresa muy noche, si gustas llámale al celular. ¿Quién le llama?
-Le habla B... Mmm… Es que, no tengo su número de celular, mejor déle el recado.
-¡Ah!, ahí te paso el celular. Espera un momento que no me lo sé… Listo, es el tal, tal.
-Muy bien, ¡muchas gracias! Hasta luego

“Estas cosas siempre resultan así, nunca como se les planea”, pensé. Ahora tuve que marcar al celular.

-¿Bueno? –contestó él-.
-Hola
-¡Hola!
-Habla B…
-¿Cuál Adriana? – confundió mi nombre –
-Eh… No, habla B…
-Ah –cambió su tono de voz, a uno más serio- qué onda.
-¿Sí sabes cuál B…?
-Sí, ¿y ese milagro?
-Pues… Ya ves… Sólo llamé para decirte hola.
-¡Hola! –exclamó él mientras se reía-.
-¡Hola! –reí junto con él-.

Luego hubo una breve pausa, en una fracción de segundo comencé a pensar en algunos momentos que pasé junto a él, también pensé que el orgullo no es más que un estorbo. Decidí hacerlo a un lado para recuperar esa vieja amistad.
-Seamos amigos otra vez – le expresé sinceramente.
-Nunca dejamos de ser amigos. Pero igual me da mucho gusto que hablemos nuevamente.

Fue una plática breve pero emotiva. Quedamos en vernos al día siguiente a las 3 de la tarde en la entrada de la escuela. Todo pintaba bien, algo nuevo habría de ocurrir y además de eso, recuperaría una amistad. Realmente había valido la pena salir de la rutina.

La siguiente tarde llegué a las 3:00 p.m. Mi amigo no solía demorarse, así que decidí ser también puntual. Llevé un cuaderno para relatar lo sucedido mientras esperaba. Pasaron diez minutos y aún no se presentaba. Comencé a preocuparme a los veinte y a la media hora fui perdiendo la esperanza.

Llegó la hora de ingresar al salón, esperé unos minutos más. “Quizás equivoqué la hora, quizás la equivocó él, pudo haber tenido un accidente, se le ponchó la llanta al tren” Pensé tratando de justificar las circunstancias. No lo vi el resto de la tarde. Le llamé al celular pero nadie contestó. Mi semblante cambió, dejé de sentir tristeza y preferí tomar una actitud de indiferencia, si al día siguiente me habla, cualquier pretexto que invente no será válido y ya no tendrá importancia. Dicen que los errores de los amigos se deben escribir en la arena… Dicen.

“Pues qué mal, tal vez debí recordar por qué dejamos de hablarnos”, pensé. Tomé un cuaderno, anoté la fecha y la frase “Hoy A… me dejó plantada”.

la super duper interesantísima historia de yo mi yo

Holaaa... a no sé quién por que en realidad nadie lee este blog...

A pesar de que amenazaron de muerte a mi mejor amigo y a todos sus compañeros de trabajo y a pesar de que he estado pisteando -relativamente- mucho, me la he pasado a toda madre... sí, todo chidote.

Pues el día de ayer salí a aquel bar donde me habían vetado 'por nomás'... Y sí, 'por nomás' me vetaron, sobre todo por que soy yo y siempre me porto bien. No, no es cierto, pero lo que sí es verdad es que me vetaron 'por nomás' y ahí la dejamos.

Total, fuimos al Zanjú. (El nombre se cambió para proteger la integridad de tan venerado establecimiento)

Decidimos dejar el auto lejos, lejos y donde estuviera iluminado pues hace poco le robaron el auto a una amiga de un amigo, a pesar de que los franeleros estaban de cuida-cuida y todavía que los roban tienen el descaro de ponerse de pide-pide. "La cuota es de diez pesos", citando a uno de aquellos... trabajadores.

"Hola, ¿algo con que nos puedan ayudar?" pregunta uno "sí, aquí tiene el clasificado" respondemos.

Volviendo al tema central, fuimos a ese bar. Ese día hasta me peiné diferente y me maquillé para que, según yo, no me reconocieran. Entré sin problemas, me senté tranquilamente y me puse a pistear. Luego uno de los guardias me reconoció y al rato todos los guardias pasaban frente a mí 'disimuladamente'. Supongo que para identificarme... Fue todo un momento paranoico.

Fuimos al otro lado del bar y nos pusimos a pistear de pie. Luego de como dos o tres horas, encontramos lugar en la barra, pero una chobby girl nos dijo que debíamos seguir pisteando, o sea, disque consumo mínimo y la chingada... No entiendo su concepción de 'consumo mínimo' cuando tres personas han tomado cinco cervezas cada una. "Eso es ilegal, ¿qué no?" le dije. Ella respondió "he ido a todas las reuniones de gobernación y como nosotros blablabla y wachumara la vaquita country", "bueno cállate y dame otra birria" "no, te doy tres porque tienen que tomar todos".

En la escuela ponen a cada rato anuncios de que 'tienes derechos en el antro' pero bueno, ese bar para nada es un antro, y en fin para ello deberíamos investigar en la profeco o algo así. Independientemente de eso, ¿dónde queda su cultura de evitar el alcoholismo?, ¿conductor designado?, ¿prevenir choques por exceso de alcohol?

Afortunadamente nos encontramos a un amigo que nos dio lugar en una mesa lejos de la gordis... y como nuestro cuerpo nos lo pedía, pos seguimos pisteando ni para qué ponernos nuestros moños. Tsss, suertuda la sebosina de que seamos unos alcohólicos.

De ahí nos fuimos a las deli donde siempre nos tratan muy bien. Les dije que había pisteado en exceso pero se rieron por que dijeron que no era cierto. En realidad sólo bebí lo suficiente para que se me entorpeciera un poco el habla. Pero nada que un poco de concentración no pueda solucionar.

Qué triste se ha vuelto el Zanjú, aún recuerdo las primeras veces que iba, mi mamá me preguntaba, "¿a dónde vas?" y yo, "a un bar que queda por el bachi uno"... "¿y qué es el Zanjú?" y yo respondía "un bar de mala muerte adentro de un hotel de paso" y se reía porque no me creía... Hasta que una vez pasamos por ahí.

Aún recuerdo cuando me ponía hasta la madre y vomitaba todo el piso, luego me caía de la silla y en el baño me peleaba con una gorda lesbiana... Muy gracioso. Increíble que por todo eso no me hubieran vetado y por hacer nada me impidan la entrada jaja...

En fin, ya me aburrí de contar, ahora voy a tomar mucha agua... deliciosa y rica agua de mi vida.

9.9.07

puta mierda

lo escribí nada más porque se lee muy chistoso...


y algo tenía que escribir luego de tanto tiempo de ausencia