2.7.07

Envidia

Justamente hoy, antes de leer un relato de Serafín que estaba maravillosamente bien redactado y que, por azares del destino llegó a mis ojos luego de una charla sobre el amor verdadero, estaba hablando, justamente, del amor verdadero...

Sí, blah blah blah, yo no creo en el amor verdadero y blah blah blah, todo amor trae una decepción y guácala estar enamorado, es una ilusión, contigo, pan y cebolla? BAh! tonterías... El amor no lo es todo...

Etc etc etc...

Pero no sé, tal vez el amor verdadero exista:


SEGUNDO ADIOS

Era una noche fresca después de un larguísimo día caluroso, una vez más, la escuchaba reirse de mi más reciente broma, sabía que su risa era verdadera y era eso precisamente lo más extraño de todo, no podía concebir cómo, uno tras otro, esos malos chistes podían causarle gracia; pero no importaba, nada importaba, sólo el hecho de estar ahí, me sentía cómodo, contento, sincero, expuesto... amado.

El tiempo pasaba. Extrañamente, ambos sabíamos exactamente la hora, pero pretendíamos no darnos cuenta. Así pasaron los minutos (¿o fueron horas?) hasta que bajé mi mirada, una extraña sensación empezó a recorrer mi cuerpo, haciéndome olvidar por un momento la felicidad que estaba viviendo... no podía, no quería levantar la cabeza y verla; sin embargo era algo que tenía que hacer, cobarde fui en múltiples ocasiones y no me permitiría volver a serlo. Pasó un momento y empecé a levantar la cara, recorriendo su cuerpo desde los pies, observando cada curva que forma su figura, notando cada imperfección que la hace única y perfecta, evitando llegar a ese lugar donde se rompen las apariencias, quedando desnudo e indefenso: sus ojos.

Nos volvimos a mirar, pero esta vez era diferente, nadie reía, nadie se sentía seguro, nadie era feliz. Ni siquiera los insectos se atrevieron a pasar por el lugar donde se cruzaban nuestas miradas, ese espacio lúgubre y sombrío que de manera súbita apareció, amenazaba con quedarse ahí... permanentemente. Finalmente pasó lo que tenía que pasar, la besé y una última sensación cálida atravesó mi cuerpo, separamos lentamente nuestros labios, la miré a la cara y susurré: "Adiós", ese par de ojos cristalinos fueron su respuesta, mientras que los míos fueron mi secreto.

Nuestros ojos se volverán a encontrar y denotarán mayores pasiones de las que podríamos haber imaginado, mientras tanto, permanecerán incompletos, ya que, como dicen los viejos, dos ingredientes se juntan para formar una mezcla, y al separarlos, la esencia del uno queda en el otro, sin poder llegar a ser los mismos otra vez... hasta que la mezcla se vuelva a hacer...



P ollito dice:
oye, no manches, qué historia tan bonita la de Serafín
Ark dice:
me da envidia
Ark dice:
a ti no?

P ollito dice:
a mí también
P ollito dice:
así machín

Ark dice:
pues envidiemoslo juntos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aún recuerdo eso.